Muchos de nosotros tememos a las serpientes y esto supone una persecución directa contra ellas. Sin embargo, el miedo a las serpientes es aprendido de nuestros padres y abuelos y por lo tanto podemos cambiar cómo nos sentimos ante ellas. Al fin y al cabo, ¡no es más que un miedo injustificado!

Desde Muskerrak creemos que sentimos miedo producto del desconocimiento de estos animales. Por eso, la campaña Sugeak Lagun pretende que la gente las conozca mejor, porque a través del conocimiento llega el aprecio, respeto y colaboración para protegerlas. ¡Así que aquí van algunos datos sobre nuestras serpientes!

En la Península Ibérica habitan trece especies de serpientes, seis de las cuales se encuentran en Ayala. Entre ellas tenemos animales de costumbres muy diferentes.

La serpiente Esculapio, por ejemplo, es un animal hábil y musculoso que muestra el hábito de trepar a los árboles. ¡Si te encuentras con ella en una de tus excursiones por el monte, debes considerarte un privilegiado, ya que no todos los días se da la posibilidad de ver esta especie amenazada! No obstante, en la zona de Okondo, singularmente, la serpiente de esculapio es bastante común.

Las culebras lisas meridional y europea merodean e inspeccionan los alrededores de los muros para capturar lagartijas, su principal fuente de alimento. Aunque son totalmente inofensivas, debido a su tamaño y coloración similar a la víbora, a menudo se confunden con ella y las matamos.

La culebra de collar y la culebra viperina, en cambio, viven en el agua o cerca de ella, alimentándose de anfibios y peces. ¡Los pescadores conocen bien estas serpientes, ya que, en ocasiones, las ven surcando los ríos!

Y las pobres víboras… En Ayala sólo hay una especie venenosa, la víbora cantábrica. El porqué de su mala reputación está en el veneno que necesariamente deben producir, les es imprescindible para cazar y alimentarse y, por tanto, para sobrevivir. Las víboras se alimentan mayoritariamente de ratones y ratas, por lo que nos ayudan de forma notable a controlar la población de roedores y evitar plagas de estos pequeños mamíferos. Como estas presas son muy difíciles de manejar, la víbora (de pequeño tamaño) utiliza el veneno para paralizarlas de forma casi inmediata, evitando así recibir daño de sus presas.

Entonces si algunas serpientes son venenosas, podemos pensar que es lógico temerlas y que, por tanto, está justificado matarlas en defensa propia. No es cierto, ya que las serpientes nunca atacan si se las deja tranquilas, siendo estas, además, fundamentales en nuestros bosques y montañas.

He aquí algunos datos que cambiarán tu percepción/opinión:
 

• En la Península Ibérica sólo el veneno de las víboras puede resultar peligroso para nosotros, pero el veneno de nuestras víboras es débil.

• Se registran unas 130 mordeduras al año en la Península , de las que sólo un 1% resulta mortal y solo si el agredido sufre una reacción alérgica grave. Así que dicho veneno no se puede considerar de ninguna forma como mortal de facto.

• Entre nosotros hay otros animales venenosos, como las abejas, que no sufren la misma respuesta por parte de la gente. En este caso se cuentan anualmente entre 5 y 20 personas fallecidas  tras recibir sus picaduras, pero las personas no las atacan con un palo hasta matarlas cada vez que las ven, simplemente intentan evitarlas.

Es por ello que desgraciadamente una de las amenazas más evidentes para las serpientes en el País Vasco es la persecución directa que los humanos les infligimos, así pues ¿cuál es la amenaza real, la serpiente para nosotros o nosotros para la serpiente?

Si quieres conocer más sobre la biología, los mitos y las amenazas que sufren las serpientes, echa un vistazo al folleto que escribimos hace un tiempo con compañeros de Aranzadi y que puedes encontrar aquí.